miércoles, 5 de agosto de 2020

DULCERIA CRIOLLA DE PALO NEGRO (RESEÑA)




LA DULCERIA CRIOLLA DE PALO NEGRO


Manos de mujer que hacen maravillas a punta de papelón
Tres generaciones han consolidado la fabricación de dulces como la práctica más emblemática del municipio Libertador. Desde hace casi 20 años, un grupo de damas emprendedoras ha procurado mantener la vigencia de la tradición dulcera en la localidad

En Aragua existen tradiciones que se han convertido en el emblema de varias localidades, las cuales se han establecido mediante el trabajo de generaciones de familias. En San Sebastián de los Reyes, el queso y sus derivados son una referencia de sus habitantes, en la parroquia zamorana de San Francisco de Asís, la cunicultura es la base de la economía, mientras que en el municipio Libertador, los dulces criollos hace tiempo que se convirtieron en uno de los elementos más representativos.

Es en la población de Palo Negro, donde la elaboración de estos manjares ha adquirido un carácter patrimonial. Se podría asumir que la capital de Libertador, es el epicentro de la tradición dulcera del estado, la cual se mantiene vigente mediante el trabajo de tres generaciones de mujeres, que han dedicado su vida a perfeccionar el gusto particular de sus creaciones gastronómicas hechas a punta de papelón.



HISTORIA DE CONSERVAS Y PAN DE HORNO
La dulcería criolla en Palo Negro tuvo sus inicios hace 90 años, cuando Carmela Vera llegó cargada de rosquitas de pan de horno a los potreros que predominaban en el poblado para la época. Allí vendía estos dulces hechos a base de maíz cariaco y manteca, que en la actualidad tienen el título de ser el manjar con mayor tradición en la jurisdicción.
En esos años, una mujer llamada Teodosa Guevara se fue desde Turmero a Palo Negro con sus conservas, al tiempo que María Corrales también frecuentaba el poblado junto a su esposo, quien le ayudaba a vender los dulces secos que llevaba en una carreta. Esto marcó el inicio de la tradición dulcera en la localidad.
Las recetas y los métodos de preparación de los dulces criollos trascendieron en el tiempo. Estos manjares pasaron a ser un vínculo muy importante entre las mujeres del municipio. Las familias Irumba, Sumosa, Alvarado, García y Martínez tuvieron mucho que ver con la consolidación de la práctica y el significado que tiene en la actualidad.



LAS DULCERAS DE 20 AÑOS.
Fue hace casi 20 años, cuando un grupo de mujeres de la mano de Ledys Campelo, Carmen de Sánchez y Eloína Salazar, dieron el paso que definiría el destino de la dulcería criolla en Palo Negro. Cuenta ésta última, que todo comenzó con una vendimia que realizaron el 24 de noviembre de 1990, con el objetivo de recaudar los fondos necesarios para pagar el transporte del cupo de leche que recibían los vecinos del sector. La iniciativa tuvo tanto éxito, que algunos medios locales reseñaron que la dulcería “había sacado del anonimato a Palo Negro”.
Ciertamente, esto animó a las emprendedoras damas a continuar con el negocio y conformaron la Organización Ferial de la Dulcería Criolla de Palo Negro. Crearon decenas de recetas nuevas y rescataron otras que habían sido olvidadas. El gusto de sus preparaciones pasó a ser inconfundible y sus dulces se diseminaron por todo el país y varias naciones del extranjero, a través de los viajeros y los pilotos que llegan a la Base Aérea El Libertador, que les piden numerosos encargos durante el año.
LABOR QUE TRASCIENDE.
En la actualidad, la Organización Ferial de la Dulcería Criolla de Palo Negro se encuentra inscrita en el Ministerio de la Cultura y cuenta con más de 30 mujeres de tres generaciones. Todas ellas han logrado mantener la preparación artesanal y el uso de ingredientes frescos, ante la imperante tecnología que se ha implementado en la industria del dulce.
En su afán de mantener la tradición, consolidaron el negocio que ha sido el sostén de sus familias. A punta de dulces, muchas de ellas han graduado a sus hijos y consiguieron el logro de otros proyectos. Señalaron que durante todos los años dedicados a esta labor, el obstáculo más resaltante que han enfrentado radica en la escasez de algunos rubros que constituyen la materia prima de sus manjares.
Cuando falta la manteca, el papelón, aceite comestible, maíz o la margarina, se activan para conseguirla en cualquier comercio. Entre todas se ayudan y procuran cumplir con sus encargos, al tiempo que destinan parte de su producción a la participación en decenas de ferias y eventos que se realizan en el estado. Algunas cumbres presidenciales realizadas en el país han contado con sus dulces.

EL EDIFICIO DEL DULCE.
Pese a todos sus logros, las dulceras de Palo Negro tienen un proyecto que resulta crucial para la consolidación de casi dos décadas bregando con papelón. Se trata de la culminación de un modesto edificio de tres pisos ubicado en las calles Rondón con Girardot de Palo Negro. Este fue prometido por el Gobierno nacional y está destinado para el desarrollo sus oficios.
Allí también buscan colocar en funcionamiento una escuela de capacitación y una red social productiva que involucra a 95 trabajadoras, miembros de las comunidades e instituciones educativas. La falta de presupuesto y algunos inconvenientes a escala de las instancias gubernamentales ha dificultado la culminación de la sede.
Las mujeres de la Organización Ferial de la Dulcería Criolla de Palo Negro ganaron el Premio Nacional de Literatura Gastronómica, en la Feria Internacional del Libro realizada en el año 2006, con un ejemplar que contiene recetas tradicionales y de exclusiva creación, que puede conseguirse en la capital de Libertador.



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