LA
DULCERIA CRIOLLA DE PALO NEGRO
Manos
de mujer que hacen maravillas a punta de papelón
Tres
generaciones han consolidado la fabricación de dulces como la práctica más
emblemática del municipio Libertador. Desde hace casi 20 años, un grupo de
damas emprendedoras ha procurado mantener la vigencia de la tradición dulcera
en la localidad
En
Aragua existen tradiciones que se han convertido en el emblema de varias
localidades, las cuales se han establecido mediante el trabajo de generaciones
de familias. En San Sebastián de los Reyes, el queso y sus derivados son una
referencia de sus habitantes, en la parroquia zamorana de San Francisco de
Asís, la cunicultura es la base de la economía, mientras que en el municipio
Libertador, los dulces criollos hace tiempo que se convirtieron en uno de los
elementos más representativos.
Es
en la población de Palo Negro, donde la elaboración de estos manjares ha
adquirido un carácter patrimonial. Se podría asumir que la capital de
Libertador, es el epicentro de la tradición dulcera del estado, la cual se
mantiene vigente mediante el trabajo de tres generaciones de mujeres, que han
dedicado su vida a perfeccionar el gusto particular de sus creaciones
gastronómicas hechas a punta de papelón.
HISTORIA DE CONSERVAS Y PAN DE HORNO
La
dulcería criolla en Palo Negro tuvo sus inicios hace 90 años, cuando Carmela
Vera llegó cargada de rosquitas de pan de horno a los potreros que predominaban
en el poblado para la época. Allí vendía estos dulces hechos a base de maíz
cariaco y manteca, que en la actualidad tienen el título de ser el manjar con
mayor tradición en la jurisdicción.
En
esos años, una mujer llamada Teodosa Guevara se fue desde Turmero a Palo Negro
con sus conservas, al tiempo que María Corrales también frecuentaba el poblado
junto a su esposo, quien le ayudaba a vender los dulces secos que llevaba en
una carreta. Esto marcó el inicio de la tradición dulcera en la localidad.
Las
recetas y los métodos de preparación de los dulces criollos trascendieron en el
tiempo. Estos manjares pasaron a ser un vínculo muy importante entre las
mujeres del municipio. Las familias Irumba, Sumosa, Alvarado, García y Martínez
tuvieron mucho que ver con la consolidación de la práctica y el significado que
tiene en la actualidad.
LAS DULCERAS DE 20 AÑOS.
Fue
hace casi 20 años, cuando un grupo de mujeres de la mano de Ledys Campelo,
Carmen de Sánchez y Eloína Salazar, dieron el paso que definiría el destino de
la dulcería criolla en Palo Negro. Cuenta ésta última, que todo comenzó con una
vendimia que realizaron el 24 de noviembre de 1990, con el objetivo de recaudar
los fondos necesarios para pagar el transporte del cupo de leche que recibían
los vecinos del sector. La iniciativa tuvo tanto éxito, que algunos medios
locales reseñaron que la dulcería “había sacado del anonimato a Palo Negro”.
Ciertamente,
esto animó a las emprendedoras damas a continuar con el negocio y conformaron
la Organización Ferial de la Dulcería Criolla de Palo Negro. Crearon decenas de
recetas nuevas y rescataron otras que habían sido olvidadas. El gusto de sus
preparaciones pasó a ser inconfundible y sus dulces se diseminaron por todo el
país y varias naciones del extranjero, a través de los viajeros y los pilotos
que llegan a la Base Aérea El Libertador, que les piden numerosos encargos
durante el año.
LABOR QUE TRASCIENDE.
En
la actualidad, la Organización Ferial de la Dulcería Criolla de Palo Negro se
encuentra inscrita en el Ministerio de la Cultura y cuenta con más de 30
mujeres de tres generaciones. Todas ellas han logrado mantener la preparación
artesanal y el uso de ingredientes frescos, ante la imperante tecnología que se
ha implementado en la industria del dulce.
En
su afán de mantener la tradición, consolidaron el negocio que ha sido el sostén
de sus familias. A punta de dulces, muchas de ellas han graduado a sus hijos y
consiguieron el logro de otros proyectos. Señalaron que durante todos los años
dedicados a esta labor, el obstáculo más resaltante que han enfrentado radica
en la escasez de algunos rubros que constituyen la materia prima de sus
manjares.
Cuando
falta la manteca, el papelón, aceite comestible, maíz o la margarina, se
activan para conseguirla en cualquier comercio. Entre todas se ayudan y
procuran cumplir con sus encargos, al tiempo que destinan parte de su
producción a la participación en decenas de ferias y eventos que se realizan en
el estado. Algunas cumbres presidenciales realizadas en el país han contado con
sus dulces.
EL EDIFICIO DEL DULCE.
Pese
a todos sus logros, las dulceras de Palo Negro tienen un proyecto que resulta
crucial para la consolidación de casi dos décadas bregando con papelón. Se
trata de la culminación de un modesto edificio de tres pisos ubicado en las
calles Rondón con Girardot de Palo Negro. Este fue prometido por el Gobierno
nacional y está destinado para el desarrollo sus oficios.
Allí
también buscan colocar en funcionamiento una escuela de capacitación y una red
social productiva que involucra a 95 trabajadoras, miembros de las comunidades
e instituciones educativas. La falta de presupuesto y algunos inconvenientes a
escala de las instancias gubernamentales ha dificultado la culminación de la
sede.
Las
mujeres de la Organización Ferial de la Dulcería Criolla de Palo Negro ganaron
el Premio Nacional de Literatura Gastronómica, en la Feria Internacional del
Libro realizada en el año 2006, con un ejemplar que contiene recetas
tradicionales y de exclusiva creación, que puede conseguirse en la capital de
Libertador.
No hay comentarios:
Publicar un comentario