Los coronavirus no son virus nuevos en las infecciones respiratorias. Con frecuencia causan pequeños catarros o resfriados comunes. Su capacidad pandémica siempre era limitada, hasta ahora. El SARS-CoV-2 es distinto a todos los virus anteriores. Su inestabilidad genética la determina que es un virus de ARN, y en cada réplica varía. Miles de mutaciones (hasta 4.000) han sido detectadas. Son variantes que no han tenido una gran implicación en la clínica.
Las mutaciones vistas en el dominio de unión al receptor de la proteína S de esta nueva variante, la VUI-202012/01, puede ser antigénicamente distinta. En otras palabras, que la eficacia de la vacuna podría ser menor.
“Las vacunas para la Covid-19 se basan en la glicoproteína S para provocar la respuesta inmune protectora”
Las vacunas para la Covid-19 se basan en la glicoproteína S para provocar la respuesta inmune protectora. Por esa razón, los recientes descubrimientos sobre la mayor transmisibilidad de una nueva cepa del SARS-CoV-2 han hecho saltar las alarmas.
No obstante, dado que los coronavirus mutan al replicarse de manera natural, estas mutaciones o variantes son poco significativas. Es poco probable, aseguran desde la AEV, que este cambio haga la vacuna menos efectiva. La variante encontrada también ha sido detectada en Sudáfrica, donde es prevalente, en los visones contagiados de Dinamarca (y sacrificados) y en Londres ahora. Los análisis confirman que la nueva cepa es la predominante en Londres.
Londres confina a sus habitantes en sus domicilios, y los países cancelan vuelos con la city. El temor de la expansión de la nueva cepa se traduce en dos aspectos: 70% más de contagios y la posibilidad de esquivar en parte a las vacunas actuales contra la Covid-19.
Una cepa que posee algunas alteraciones genéticas que facilitan, aún más, su penetración en las células del huésped.
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